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Obsolescencia programada

¿Has escuchado sobre la obsolescencia programada? Se refiere a que un producto (principalmente mecánico), tiene una vida útil establecida desde su fabricación, no dependerá de qué tan bien lo cuides, pasando un tiempo específico dejará de funcionar.

Existe una historia sobre la bombilla, en la cual varias empresas de bombillas eléctricas, líderes en el mercado, bajaron la calidad de estas para que no durasen tanto y pudieran vender más. Las bombillas de antes eran tan duraderas que incluso al día de hoy muchas de ellas siguen funcionando.



Desafortunadamente, este tipo de prácticas fueron evolucionando con el tiempo. Por ejemplo, la marca General Motors, enfocada en vender automóviles de trabajo, hacía que sus automóviles tuviesen alta durabilidad. Es gracioso pensar que en 1922 Ford dijo “queremos que el hombre que compra uno de estos autos nunca tenga que comprar otro, nunca hacemos una mejora que haga que el modelo anterior sea obsoleto”. Sin embargo, en 1924 empezaron a lanzar al mercado un automóvil del mismo modelo, pero con otro color. El objetivo era lograr que cada año el modelo luciera anticuado, incentivando al cliente a cambiar de carro por uno más nuevo. A esto se le acuñó el nombre de obsolescencia dinámica, lo que lo llevo a ser la compañía mejor valuada en el mundo.


El modelo de negocio funcionó y mejoro en la compañía actualmente mejor valuada del mundo, misma que en 2020 tuvo una capitalización de mercado a 1.82 billones de dólares: Apple. Siguiendo el ejemplo, cada año saca al mercado un nuevo diseño haciéndolo alternar de aristas redondeadas a rectas en sus modelos, además de algunas técnicas como hacer menos duradera la vida útil de las baterías, y alterar el rendimiento de sus aplicaciones en los modelos más viejos.

Aunque estas prácticas parecen perversas, han traído beneficios a nuestras vidas. Retrocediendo a la década de los 30s, un empresario de bienes raíces llamado Bernard London, propuso la obsolescencia programada obligatoria para hacer que más gente tenga trabajo y sacar al país de la depresión: “el gobierno deberá asignar una licencia de tiempo de vida a los zapatos, las casas y la maquinaria cuando son creados y utilizados durante el tiempo de su existencia, algo sabido por el cliente, luego de que el tiempo asignado se acabe, estos objetos están legalmente muertos y serán controlados por la institución gubernamental”.



Todo esto suena horrible, pero en ese tiempo la gente temía perder sus empleos gracias a los avances tecnológicos de la industria, incluso se hizo una película nominada al Oscar llamada “el hombre vestido de blanco”, en la cual se narra la historia de un científico creador de la tela más resistente del mundo, la cual no se ensucia, no se rompe e incluso no se puede teñir. Siendo despreciado por el pueblo, que temía perder trabajos, su increíble tecnología queda en el olvido. Hoy en día vemos cómo la tecnología forma parte fundamental de nuestras vidas, y con ella los electrónicos obsoletos.


La historia de las bombillas nos permite analizar la evolución de la tecnología y su transición desde las prácticas de obsolescencia programada para aumentar la producción y el consumo, hasta la creación de opciones que gastan mucha menos energía y contaminan menos. ¿Entonces, la obsolescencia de los productos es buena, o es mala?, ¿debemos ir contra las empresas que realizan estas prácticas contaminantes?

La conclusión debería ser: debemos ser consumidores responsables, y no comprar impulsivamente un producto por ser nuevo, o por tener más cámaras que la versión anterior. Debemos evaluar su utilidad y considerar el reuso de productos de segunda mano.


Marcas como Huawei han iniciado programas de venta de equipos de segunda mano. Dotan al usuario con 7 días para devolver el producto por fallo, y hasta 6 meses de garantía con la marca.


Por último, si ya no hay remedio para los productos que usamos, busca algún sitio que lo reciba y le dé el reciclaje adecuado, existen sellos de calidad que avalan a empresas comprometidas con el crecimiento sostenible.

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